La idea de desarrollo sostenible, de la que tanto se hablaba hace una década, apelaba a dos conceptos que encajaban inicialmente de manera natura con los esquemas éticos de la buena vida.
Desarrollo, apelaba a la natural y deseada mejora de las condiciones de vida. Entendiendo por sub-desarrollo sistemas sociales donde dichas condiciones no satisfacían una ética social y económica dignas (en la idea de la buena vida).
Sostenible, Apelaba al cuidado del entorno natural, intentando aglutinar la idea de una biosfera en continuo declive, con un desarrollo (en el sentido anterior) en consonancia con preservar nuestros entorno. Es decir, sobre la base del cuidado de la biosfera.
Pronto, en las condiciones y ambiente propiciado por las políticas de las décadas recientes, el concepto de desarrollo se transmuto y se mal interpreto como crecimiento. Se unieron ambos términos crecimiento sostenible, que formaban ahora un concepto opuesto al anterior de desarrollo sostenible.
Aquí (y en muchos mas contextos) aparece una nueva palabra que recupera el significado deseado: de-crecimiento sostenible. Ambas palabras construyen, ahora si, un espacio semántico consistente. Solo una alternativa al consumismo exacerbado puede dar lugar a un sostenimiento del entorno natural que necesitamos para preservar la vida.
Posiblemente los orígenes del decrecimiento en el ámbito académico, estén ligados a Georgescu-Roegen y al Club de Roma, abogando ambos por las implicaciones de un planeta finito, que ni siquiera el progreso tecnológico puede evitar. Por otra parte, el contenido practico del decrecimiento esta también implícito en muchas actividades, costumbres, medidas, soterradas por el auge del consumismo. Es aquí donde la Permacultura, puede jugar un papel clave:
- Resaltando la importancia de los ciclos naturales.
- Recuperando practicas acordes con dichos ciclos.
- Proponiendo un marco con sentido ético y en consonancia con la idea de la vida buena.
Interesante diagrama tomado de otro blog
Permacultura en Madrid 